Felipe Cruzat, todo corazón

No sabía si escribir acerca de este hecho doloroso. Miraba la entereza de sus padres por TV y si bien me producía un desencuentro emocional al verles tan aferrados a su fe en Dios y por otro al intentar y no querer sentir en carne propia un dolor de esa magnitud, dejé pasar los días un tanto apesadumbrado, incrédulo a tanta manifestación de lo que es la Fe: Certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

Los padres de Felipe Cruzat aguardaron con esperanza viva la llegada de un corazón que salvara la vida de su hijo. Estando aún el pequeño en vida, ellos ya hacían sentir a quienes le veíamos y oíamos que si Felipe debía partir de este mundo era la voluntad de Dios. No dudo que la oración de este matrimonio, de su familia toda, de amigos y de los que de alguna forma observabamos de lejos este drama, fue ardua y constante.

Chile impactado por ver que pasaba el tiempo y el donante no aparecía, contrastaba con la valentía de sus padres que frente a los medios no variaba. Era impresionante verles sujetos a una certeza, a aquella donde sólo los que aman a Dios por encima de todo son capaces de tener, con esa convicción de que su hijo, lo más preciado que un ser humano puede llegar a tener en esta tierra, estaba en manos de Dios y su decisión.

Hubo lucha y desvelo por tratar de retenerlo, buscaron al donante que no llegó y cuando existió una posibiidad de extraer un corazón e implantarlo en el organismo de Felipe, quienes debían autorizar la donación no lo permitió, los padres del niño salieron al paso de las críticas de algunos, no para recriminar ni sentenciar, sino para poner paz, para enviar a la familia que había sufrido la pérdida, fraternales y comprensivas palabras. A los medios, el mensaje de que si el trasplante llegaba a producirse debía ser producto de una entrega de amor.

Entonces vino un corazón mecánico, un organo artificial que intentaría prolongar un tiempo necesario su vida en espera de la aparición de un donante. Todo parecía bajo control.

Sin embargo el cambio no fue resistido, no lo soportó, era necesario un corazón grande y verdadero, enorme y capaz de soportar tamaña belleza humana, suficiente para almacenar y prolongar la Fe que sus padres le inculcaron. Felipe, con 11 años de edad le dijo a su madre, antes de caer en la sedación que todo estaba en manos de Dios, que su permanencia en esta tierra estaba sujeta a la voluntad de El. Felipe falleció el 3 de abril tras una falla sistémica de su organismo, acompañado de sus padres.

Hoy la Cámara tramita una Ley de Donantes que probablemente y porque ya fue propuesto, lleve el nombre de Felipe Cruzat. Quizás haya debido ocurrir todo esto para remecer la conciencia de todo un país.

No es fácil para muchos tomar la decisión de ser donante porque nos falta educación a ese respecto. Todos queremos recibir pero... ¿cuántos dispuestos a dar? ¿Es acaso una manifestación más de nuestro egoismo humano que se prolonga y transfiere al extremo de negarse a dar vida a otros que tiene la posibilidad de vivirla?

La lucha de Felipe, tras 93 días hospitalizado, sólo cesará cuando se promulgue la Ley de Donantes.
Posted on sábado, abril 04, 2009 by El Autor and filed under | 0 Comments »

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